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Cuando duele el Día de la Madre: Un texto para todos los que no quieren exponerse (más) a este día.
Cada mes de mayo, nuestro espacio digital se llena de expresiones florales de gratitud, radiantes fotografías familiares y palabras amorosas para la “mejor mamá del mundo”. Para muchos, el Día de la Madre es una ocasión de alegría, gratitud y cercanía. Pero no para todos. Quizás prefieras sentirte lejos de todo hoy. Entonces este texto es para ti.
El dolor que desencadena el calendario
Psicológicamente hablando, los llamados “días desencadenantes”, como el Día de la Madre, pueden tocar heridas emocionales profundas e inconscientes. Sacan a la luz recuerdos que quizás hayas guardado cuidadosamente y, de repente, regresan. No solicitado. Abrumador.
Tal vez perdiste a tu madre, temprano, tarde, repentinamente o después de una larga enfermedad. Quizás nunca tuviste una madre que realmente te viera. Quizás vuestra relación era complicada, distante, ambivalente o incluso tóxica. O lleva años deseando ser madre, en vano. El Día de la Madre no ofrece espacio para todo esto en la publicidad, ni menú en el supermercado, ni algoritmo.
Aunque nuestra conciencia colectiva suele asociar el Día de la Madre con el amor, la calidez y la gratitud, es importante reconocer que muchas personas tienen experiencias muy diferentes con el tema de las "madres". Y que estas experiencias pueden ser igual de reales, válidas y dolorosas.

Imagen: Liza Verano / pexels
El dolor invisible
No todo el duelo surge de una pérdida en el sentido clásico. Particularmente doloroso -y a menudo pasado por alto- es el dolor de una madre que todavía está viva pero emocionalmente no disponible. Este tipo de duelo es particularmente complejo porque puede parecer contradictorio: ¿Cómo puedes extrañar a alguien que está ahí? ¿Cómo se puede llorar aunque no haya habido una despedida oficial?
Duelo ambivalente: presente y aún perdido
En este contexto, los estudios psicológicos hablan de “duelo ambivalente” o “pérdida ambigua”. Este término fue acuñado por la reconocida psicóloga Pauline Boss y describe pérdidas en las que la persona afectada está físicamente presente pero emocional o psicológicamente ausente. Una madre que está viva, pero p.e. La incapacidad de formar un vínculo amoroso, por ejemplo debido a una enfermedad mental, frialdad emocional, adicciones o conflictos profundos, puede dejar un gran vacío: un vacío de cercanía que es difícil de nombrar y aún más difícil de llorar.
Esta herida se vuelve particularmente visible en el Día de la Madre: cuando todos celebran su conexión, pero tu propia conexión se caracteriza por el dolor, la decepción o el vacío. Esto puede desencadenar profundos sentimientos de culpa porque “amas a tu madre”. Y, sin embargo, es precisamente este conflicto interno lo que hace que el Día de la Madre sea tan doloroso para muchos.
Es importante permitirse tomar este dolor en serio. Incluso sin una despedida visible. Incluso sin funeral ni obituario. Incluso sin comprensión externa.
Pena tremenda: dolor sin lenguaje
Además del duelo ambivalente, también existe otra forma: el llamado “duelo tremendo” (duelo privado de derechos), es decir, el duelo que no tiene una salida reconocida. A menudo es silencioso, difuso y no socialmente aceptado a menos que se exprese en rituales claros o en una pérdida públicamente visible.
Si perdiste a tu madre temprano, es posible que sientas ese dolor todos los años, no sólo en este día, sino con especial claridad hoy. Si está atravesando una relación difícil, es posible que se sienta dividido entre el sentido del deber y la autoprotección. Si no desea tener hijos o tiene un profundo deseo de tener hijos, cada publicación del Día de la Madre puede ser como una pequeña puñalada en el corazón.
Estas formas de duelo suelen ser invisibles en nuestra sociedad. Faltan en las imágenes que compartimos colectivamente. Y es exactamente por eso que es tan importante darles espacio.
Rituales colectivos versus realidades individuales
El Día de la Madre es un ritual cultural, una costumbre colectiva que se creó originalmente como un día para honrar a las madres, con buenas intenciones. Pero los rituales colectivos siempre conllevan el peligro de eclipsar las realidades individuales. Precisamente porque están tan cargados emocionalmente, actúan como una lupa sobre las heridas personales.
Si no puedes seguir la narrativa general, rápidamente surge un sentimiento de exclusión. Es como quedarse al margen de una gran celebración sin ser invitado. Y a veces duele sólo de mirar.
Tienes permitido sentir lo que sientes.
Está bien si estás triste hoy. O enojado. O vacío. Está bien apagar el teléfono, evitar Instagram, acurrucarse bajo las sábanas o simplemente salir a caminar. No tienes que dar explicaciones. No tienes que celebrar nada hoy. Y hoy especialmente puedes darte compasión.
Los psicólogos enfatizan repetidamente lo curativo que puede ser no reprimir los sentimientos, sino percibirlos y nombrarlos. Quizás te ayude escribir; puede ayudarte a aclarar sentimientos difusos. O habla con alguien en quien confíes. O decir conscientemente: “Hoy es un día difícil para mí”.
Porque lo que sientes tiene significado. Y lo que necesitas cuenta. Quizás hoy sea un día en el que puedas liberarte internamente de las expectativas, incluidas las tuyas propias.
Nombrar los sentimientos y ser capaz de soportarlos
Puede resultar confuso cuando coexisten la tristeza, la ira, la culpa e incluso el alivio. Pero es precisamente esta ambivalencia emocional la que es completamente humana (y está permitida). A veces los sentimientos se contradicen. Y, sin embargo, todos pueden estar allí. Tal vez sea útil no tener que juzgarlos inmediatamente, sino simplemente permitirles mostrarse, a su ritmo, a su manera.
Qué puedes hacer por ti mismo
El autocuidado es más importante ahora que nunca. A continuación se ofrecen algunas sugerencias que pueden ayudarle a pasar bien el día:
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Permítete retirarte: no tienes que funcionar hoy. Puedes salir tú mismo.
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Habla con alguien: Si te apetece, comparte tus sentimientos con alguien que te comprenda.
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Crea tu propio espacio: Tal vez quieras crear un pequeño ritual, sólo para ti. Enciende una vela. Escribe una carta que nadie lea. Cocina algo que sea bueno para ti.
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Conéctese con personas de ideas afines: existen comunidades, foros y blogs donde las personas comparten experiencias similares. A veces simplemente leer ayuda.
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Ejercicio y naturaleza: un paseo, unos minutos de aire fresco, caminar descalzo por el prado: todo esto puede ser reconfortante y reconfortante. Los estudios demuestran que el ejercicio ligero y el contacto con la naturaleza pueden reducir los niveles de estrés.

Imagen: Natalia Kolotvina / pexels
no estas solo
Por mucho que lo parezca, no eres la única persona para quien el Día de la Madre es difícil. Hay muchas historias silenciosas por ahí: de madres famosas, de hijas que nunca se sintieron vistas, de personas que anhelan una infancia diferente o un niño que nunca llegó.
Quizás hoy sea el día en el que te cuides especialmente. Un baño tibio, una taza de té, unas cuantas respiraciones profundas. Y si quieres, también puedes decirte a ti mismo: soy suficiente. Tengo razón, incluso con mi dolor.
Si lo deseas, también puedes decidir conscientemente en este día hacer algo bueno por los demás, no como una distracción, sino como una conexión. Tal vez escriba a un amigo que sepa que también está pasando apuros durante el día. Tal vez te regales un pequeño ritual nuevo que puedas repetir año tras año, pero sólo si así lo deseas.
Lo que importa: hoy se te permite existir, exactamente como eres. En tu dolor, en tu fuerza, en tu vulnerabilidad.
Y tal vez, sólo tal vez, este texto te ayude a sentirte un poco menos solo.
Estás visto. Estás retenido. Y no estás solo en lo que sientes. Incluso hoy.
¿Y mañana?
Quizás mañana sea un día en el que vuelva a resultar más fácil. Quizás no. Ambos están bien. Lo único importante es: hay un después. Una vida más allá de los sentimientos del deber y de modelos rígidos. Un camino tuyo, lleno de pequeños pasos hacia la autoaceptación. Y este camino siempre comienza donde estás hoy.
Y cuando este día pase, como pasa todos los días, algo importante quedará: tu historia importa. Tus sentimientos merecen espacio. Y usted puede sanar – a su propio ritmo.
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